Objetivos claros, pasión y paciencia, las claves para la cría de criollos

En el Primer Congreso sobre el Caballo Criollo, expertos en genética, criadores, domadores y entrenadores brindaron claves para la evolución de la raza.

La selección genética, la cría, la doma y el entrenamiento de los caballos criollos estuvieron en foco la semana pasada durante el “Primer Congreso sobre el Caballo Criollo” organizado por la Cámara de la Industria Nacional Equina (CAMINE) en el marco de la exposición Nuestros Caballos. Todas las charlas se pueden volver a ver en el canal de YouTube de la Cámara.

En el comienzo del evento, al que asistieron unas 150 personas y fue seguido online desde distintos puntos de Latinoamérica, el médico veterinario Mariano Oneto, especialista en genética equina y director técnico de la cabaña “El Rincón”, brindó un manual básico de selección genética para los criadores. «En materia de genética, las decisiones de hoy se ven expresadas en cinco años, por eso lo primero es saber cuál es mi objetivo», advirtió de entrada el especialista.

Oneto explicó que una de las cualidades del criollo es su gran versatilidad. Hay quienes buscan criar caballos por pelaje, por tamaño, para trabajar en el campo, para que sean utilizados por niños o para competir en algunas de las múltiples competencias funcionales de la raza. Tener claro a qué se apunta en la cría es fundamental.

Una vez que eso está definido, es hora de buscar la información necesaria para acceder a las líneas de sangre indicadas. “La fuente de información más sólida son los resultados de pruebas y estadísticas. Además, la experiencia de cabañas y criadores tiene un enorme valor. Cuando uno compra genética de cabañas con trayectoria e información se ahorra 40 años de mejoramiento”, dijo el especialista. Además recomendó hablar con domadores y entrenadores y ser partícipe del proceso de doma de un caballo, un proceso en el que hay una información riquísima.

“El exceso de información, la mesura y la refutación de la información son procesos fundamentales para la selección genética, no alcanza con ir a ver las pruebas.

Otra fuente clave son los veterinarios, ya sea los que siguieron el entrenamiento del caballo como los que hicieron el proceso de reproducción”, dijo Oneto.

En el mismo panel, el médico veterinario brasilero Fernando Lisboa, profesional a cargo del centro de reproducción “La República”, contó cómo es la evolución del uso de técnicas reproductivas modernas en Brasil y Argentina. 

Fernando Lisboa puso el foco en las técnicas reproductivas.

Según contó, en Brasil la transferencia embrionaria es una tecnología ampliamente adoptada en la cría de criollos y existe un desarrollo logístico más avanzado que en Argentina. Lisboa explicó en detalle el paso a paso de esa técnica y los principales factores de éxito, y contó cuáles son las herramientas que vienen creciendo. “El semen congelado es una buena opción para el comercio de genética y la conservación de genética de padrillos muertos”, explicó, y detalló que hasta doce horas después de la muerte de un padrillo se puede obtener hasta 400 pajuelas de semen. Además contó que en Brasil están todos hablando de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), en la que como su nombre indica se inyecta un espermatozoide en el ovocito. “El intercambio de semen y genética de yeguas entre Brasil y Argentina es alentador”, dijo Lisboa.

La pasión de los criadores

En el segundo panel del Congreso, Raúl Etchebehere, criador y presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC), y el médico veterinario Santiago Tapia, criador, jurado y miembro de la comisión técnica de la ACCC, repasaron su propia historia ligada a los criollos.

“Es mentira que en esta raza si no tenés plata no te va bien. Cuando empecé era imposible acceder a ciertas líneas de sangre, pero ahora la genética se socializó”, dijo de entrada Etchebehere, y dejó unos cuantos consejos y máximas para los jóvenes que lo escuchaban.

“Para empezar a criar hay que tener pasión y paciencia. Esto es lentísimo”, dijo, y coincidió con Oneto en que lo primero es “saber a dónde quiero ir porque esta raza nos permite hacer de todo”.

“La genética no tiene dueños, tiene usuarios. Las cabañas trascienden por las madres que se guardan. La superación es constante porque la misma selección nos va llevando”, dijo el directivo de la ACCC, y luego remarcó: “Concibo la cría como momentos de felicidad con amigos y familia. Esto pasa por el corazón, jamás por el bolsillo. Criar caballos criollos es una filosofía de vida”.

Raul Etchebehere, criador y presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos.

Por su parte Tapia, quien ya lleva 50 años junto a los caballos criollos, explicó que hoy la raza está disfrutando del manejo que hubo en el pasado, porque al haber descartado a las yeguas que no parían se heredó una gran fertilidad.

“Con el mejoramiento de la alimentación, con las alfalfas del oeste, mejoró el desarrollo.

Hoy hay líneas genéticas y herramientas de nutrición que permiten empezar a domar a los 2 años, algo que era impensado hacer antes de los 3. El legado es de caballos rústicos, fértiles y de poca precocidad”, dijo, pero destacó que el centro de la selección siempre fue y seguirá siendo la tipicidad. “Los jurados lo primero que miramos en la pista es que el caballo sea claramente un criollo”, afirmó.

Según recordó, en las primeras exposiciones de otoño en la Rural había dos grupos de criadores, los de morfología y los de función, dos mundos completamente distintos.

“Con el tiempo se empezó a cruzar criterios, se limaron las diferencias, todos fuimos creyendo que los caballos tienen que ser integrales, lo que nunca cambió es la tipicidad.

El secreto del criollo son las cañas cortas. Eso baja el centro de gravedad, les da más pie, lo hace rectangular a diferencia de la mayoría de los caballos de silla, que son cuadrados”, explicó el experto, y coincidió con Etchebehere en que son las líneas maternas las que consolidan la genética exitosa de una cabaña. “Dediquen la vida a buscar esas madres”, recomendó.

Las competencias

En el tercer módulo del Congreso estuvieron Horacio Casin, jinete y entrenador de caballos para el Freno de Oro, y Agustín Braida, jinete y entrenador de caballos para paleteadas.

Casin contó que el freno de Oro nació en 1982 en Brasil y que en él primero se analiza la morfología y después hay una serie de pruebas en las que se observa tanto el andar y la habilidad del caballo como su desempeño con la hacienda.

“Lo más importante es que nos dio la posibilidad de hacer un análisis exhaustivo de las aptitudes físicas y mentales del caballo”, dijo, e hizo hincapié en las capacidades mentales: el temperamento y la capacidad de aprendizaje.

“En la doma y entrenamiento no existe una verdad absoluta. Más allá de partir de la base de tener un método, hay que entender al caballo como un individuo, por lo que no sé puede ser cien por ciento esquemático. Hay que ser simple, claro y objetivo”, dijo el jinete.

Agustin Braida (der) en plena paleteada.

A su turno, Braida, contó su experiencia como jinete y entrenador de caballos en la paleteada, la prueba oficial de la ACCC, que tiene como objetivo mostrar el instinto vaquero del caballo. Se hace de a dos, y los caballos deben imponer su dominio y su ritmo sobre un vacuno de 250 kilos durante 60 metros. Braida, quien en yunta con su padre fue el campeón más jóven de la historia en Argentina, aportó cinco claves para la selección y preparación de los caballos: genética, doma, sistema, entrenamiento y compañerismo.

“Más allá del pedigrí, a mí me gusta personalmente montarlos y ver. Cuando un caballo tiene verdadero instinto vaquero, llega a la boca de la manga y se tira solo sobre la vaca.

La rusticidad, la estructura y el peso son características físicas fundamentales, y el coraje es clave en el plano mental”, dijo. Además recomendó no apurar a los caballos nuevos. “Hay que esperar y ser paciente. Teniendo claro el objetivo es más fácil alcanzarlo”, concluyó el joven jinete en sintonía con el resto de los oradores.

Nano Oneto, especialista en genètica equina, recibe un obsequio de Cabaña Argentina de manos del tesorero de CAMINE, Willy Bracuto.

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