Club Argentino de Carruajes: una tradición que sigue en marcha

A mediados del siglo XVII, el Obispo Fray Cristóbal de la Mancha fue el primero en traer un coche tirado por caballos a la ciudad de Buenos Aires. Por supuesto que los caballos y los carros ya eran por esos tiempos el principal medio de transporte, pero esto era otra cosa. De a poco se empezaron a ver carruajes con dos o con cuatro ruedas, una caja abierta o cerrada y asientos. Según sus funciones, los coches podían ser de paseo, para viajes largos, para cortejos fúnebres, de campo o de ciudad, con mayor o menor grado de elegancia y sofisticación. 

Para fines de 1800 Buenos Aires ya era una metrópoli importante, la capital de un país independiente y pujante, y por sus calles se veían cientos de carruajes de diferentes modelos. “Los buenos carruajes venían de Europa y Estados Unidos. Al argentino sobre todo le gustaban los ingleses y franceses. Por esos años, muchos de los artesanos que trabajaban en fábricas de allá vinieron para estas tierras y levantaron acá muy buenas fábricas”, comenta Luis María Loza, una de las personas que mejor conocen la historia del carruaje en la Argentina.

Según el especialista, ya en 1823 William Morris había sido el primero en instalar una planta en la calle 25 de mayo, esquina Cangallo, detrás de la actual Iglesia de la Merced, en el Microcentro porteño, en la cual le fabricó al gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas una Berlina roja. Después llegaron otros como los alemanes Guillermo Fehling y Augusto Wall. “La forja era europea: los ejes, el avantren, los faroles se importaban. Pero el resto se hacía acá con muy buena calidad. Trabajaban con madera de lapacho, fresno, roble… Llegó a haber fábricas con 500 operarios -destaca Loza-. Además, en cada pueblo del interior había una fábrica de sulkys o chatas, un taller, artesanos, herreros, talabarteros…”

Hasta la década de 1920 circularon en la ciudad de Buenos Aires “tranvías” tirados por caballos, en los años cincuenta todavía había carros que transportaban la basura, la leche o incluso los cortejos fúnebres, y en muchos palacios de la ciudad aun se ven las grandes entradas para los carruajes y los boxes para que descansen los caballos.

En el museo de Luján descansan algunos de aquellos coches que cumplieron funciones importantes en el desarrollo del país o que pertenecieron a personajes ilustres de nuestra historia. Pero hay muchos otros carruajes que en lugar de transformarse en piezas de museo fueron restaurados y revalorizados y al día de hoy siguen transitando los caminos reales de la provincia de Buenos Aires. Se trata de los coches del Club Argentino de Carruajes (CAC), una entidad fundada en 1986 que hoy cuenta con 58 socios activos. Son coleccionistas, amantes de la tradición criolla y de lo que alguna vez fue el único medio de transporte. En sus cocheras guardan vistosos Rockway, Vis a vis, Coupé, Phaeton, Break, Buggy de estancia, Ómnibus… verdaderas obras de arte. Cuando el contexto lo permite arman los atalajes y se reúnen a compartir y celebrar el acervo cultural.

“Hacemos travesías por antiguos caminos y huellas entre puestos y pulperías, y cuando pasamos por escuelas rurales hacemos un alto para que los chicos puedan entender cómo era el transporte en el pasado, la velocidad a la que se movía el mundo”, dice Juan José Hardoy, vicepresidente del Club. En esos paseos los carruajes cargan a niños y adultos, todas las generaciones se sienten atraídas por la tracción a sangre.

Además, el CAC realiza competencias en las que se evalúa la calidad y el estado del carruaje, la vestimenta del conductor, la armonía del atalaje, la destreza del conductor… El premio más importante es la Copa John W. Maguire, que se entrega todos los años en la Exposición Rural de Palermo. 

“Durante los meses más fríos se realizan charlas y conferencias siempre pensando en hacer docencia de nuestros temas. Con el Museo del Transporte de Luján tenemos un estrecho contacto con su Comisión de Amigos del Museo y con sus directivos, colaborando con todas sus inquietudes. Se organizan visitas a Museos de Carruajes de aquí y del exterior;  viajes para disfrutar de distintas e importantes atadas y shows internacionales. Si bien nos nutrimos de las experiencias y la excelencia de otros países, tenemos un enorme respeto por nuestras tradiciones, nuestra cultura y todo lo que esto conlleva”, dice Hardoy.

El Club Argentino de Carruajes es una de las entidades que conforman la Cámara de la Industria Nacional Equina (CAMINE). Desde allí trabaja para promover y defender los intereses de la producción equina en la Argentina. Entre los principales objetivos se encuentra la generación de estrategias para el control sanitario, la promoción del bienestar animal y el impulso de una renovación de la Ley de fomento equino que reconozca el valor económico y social de la cría de caballos en todo el país. 

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